A pesar de que en los últimos años la esperanza de vida ha aumentado en casi todo el mundo, muchos países están muy lejos de alcanzar un nivel óptimo de salud y bienestar para sus habitantes.
Anualmente mueren más de 6 millones de niños antes de cumplir cinco años y 16.000 pequeños fallecen por enfermedades prevenibles, como el sarampión y la tuberculosis.
La importancia de la salud, reflejada en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, es válida solo si se siguen impulsando iniciativas para erradicar las enfermedades infecciosas, mejorar la salud reproductiva y disminuir la mortalidad materna – neonatal.
Solo con la garantía de una vida saludable, se puede lograr la meta del Objetivo de Desarrollo Sostenible 3, que aspira que en 2030 se registren menos de 70 fallecimientos por cada 100.000 nacidos vivos.
Las políticas de salud no consisten solo en ofrecer servicios médicos como son los hospitales, sino también de incluir otras medidas efectivas.
De ahí que muchos gobiernos locales están enfocados en acciones que representen beneficios para la salud a través de la sensibilización comunitaria sobre prevención e impulso de estilos de vida sanos.
Partiendo de este punto, la Agenda para el Desarrollo Sostenible y concretamente el ODS 3 trabaja para promover patrones de vida saludable, el bienestar de las personas de todas las edades e indicadores para evaluar el progreso.
Todos los Objetivos de la Agenda 2030 están relacionados, es por eso que cuando se habla de salud es inevitable mencionar la importancia de la nutrición.
En efecto, si las personas no consumen alimentos nutritivos y de forma regular, no pueden vivir, aprender, defenderse de enfermedades o llevar una existencia productiva.
De ahí que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) tiene como prioridad las mejoras en la salud materna e impulsa la conciencia nutricional para eliminar el vínculo vicioso con la pobreza, el hambre y la malnutrición.
El propósito del Objetivo de Desarrollo Sostenible 3 es garantizar una vida sana y favorecer el bienestar de las personas en todas las edades, ya que es clave para la construcción de sociedades prósperas.
Para ello, la Agenda 2030 es muy clara en este punto y contempla una serie de metas paulatinas:
Se han hecho grandes avances en el ámbito como el de la salud materno infantil, así como en el de la lucha contra el VIH/SIDA, la malaria y otras enfermedades.
A pesar de que la cifra de mortalidad de niños menores de 5 años ha bajado en un 49 % desde 2000, el número total de fallecimientos fue de 5,4 millones en 2017.
En España, la tasa de mortalidad infantil subió de 2,67 a 2,68 por cada 1.000 nacidos vivos en 2016, son las cifras más bajas en todo el registro histórico.
Por otra parte, la vacuna contra el sarampión ha evitado unos 15,6 millones de muertes desde el año 2000. Ya a finales de 2014, más de 13,6 millones de personas contaban con acceso a terapia antirretroviral.
Otra noticia alentadora es que en los últimos cinco años se ha conseguido reducir en un 22 % el índice de mortalidad por causas relacionadas con el VIH/SIDA.
Ese mismo año, los líderes africanos firmaron la histórica Declaración de Abuja, comprometiéndose a bajar las muertes por paludismo en el continente en un 50 % durante un período de 10 años.
Gracias a este pacto, se han evitado 1500 millones de casos y 7,6 millones de muertes desde el año 2000.
En 1990, la tasa mundial de mortalidad de niños menores de cinco años se redujo en un 59 % y de 93 defunciones por 1000 nacidos llegó a 38 muertes por 1000 nacidos vivos en 2019.
Esto representa que en 1990 uno de cada 11 niños moría antes de los cinco años, mientras que en 2019 la proporción fue de uno de cada 27.
La salud es esencial para el desarrollo humano. Todas las personas, independientemente de su situación social, consideran siempre que la buena salud es prioritaria.
Y quizás ahora, el trabajo que hay que realizar para alcanzar el ODS 3 es enorme. Una de las principales acciones es mejorar el saneamiento, las condiciones de higiene en las zonas más desfavorecidas y garantizar el acceso a los servicios médicos.
También es importante optimizar la alimentación y reducir la contaminación ambiental a nivel global.
Apoyar la investigación, el desarrollo, la fabricación de vacunas y medicamentos destinados a las enfermedades que afectan a los países más desfavorecidos.
Incluso se habla de invertir 1.000 millones de dólares para ampliar el acceso a las vacunas de la gripe, la neumonía y otras enfermedades contagiosas y salvar la vida de un millón de niños cada año.
En sí, para conseguir el cumplimiento del ODS 3 para 2030, hay que atacar la pobreza, ya que los niños que nacen en familias pobres tienen casi el doble de probabilidades de morir antes de los cinco años.
Es cierto que el acceso a la salud y el bienestar es un derecho humano, pero hay que empezar a promover y proteger la propia salud y la del entorno, tomando decisiones bien informadas, practicando relaciones sexuales seguras y vacunando a los más pequeños.
Para ello es fundamental concienciar a la comunidad sobre la adopción de un estilo de vida equilibrado.
Y por último, hay que exigir a los gobiernos, a los dirigentes locales y otros responsables de la toma de decisiones que se comprometan a mejorar el acceso de las personas a la asistencia sanitaria de calidad.
Articulo realizado en el marco del proyecto: Socializarse, financiado por la Secretaría Autonómica de Presidencia de la Generalitat Navarrana.
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